viernes, 30 de julio de 2010

Apoyamos el proyecto de la senadora Bortolozzi

Porque creemos que Argentina debe ser definitivamente un país laico en el que todas las confesiones tengan un trato de igualdad nos sumamos a esta idea. El proyecto de la oficialista Senadora Bortolozzi propone modificar el inciso 3º de la primera parte del art. 33 del Código Civil, que consagra a la Iglesia Católica como una persona jurídica pública, destinándosele de este modo fondos a una institución que NO se rige por el Derecho Público y poniendo en desventaja a otros cultos, considerados personas jurídicas privadas.

Hace cuatro años que Bortolozzi insiste con la presentación de su proyecto de ley que tiene como objetivo principal que el Estado deje de financiar a la Iglesia y que esta institución pierda status público en la sociedad. Cabe destacar que esta misma iniciativa ha sido representada en tres oportunidades. La última vez fue hace pocos días, en el año del Bicentenario.

“La Iglesia Católica y las demás entidades religiosas reconocidas, las asociaciones y las fundaciones que tengan por principal objeto el bien común, posean patrimonio propio, sean capaces por sus estatutos de adquirir bienes, no subsistan exclusivamente de asignaciones del Estado y obtengan autorización para funcionar”, establece el proyecto de ley de Bortolozzi.

Sin asignación mensual. Otro proyecto de ley de Bortolozzi busca que se deroguen los decretos leyes 21.950, 21.540 y 22.430 firmados por el dictador Jorge Rafael Videla, los cuales establecían una “asignación mensual para los obispos”.

En este sentido, la senadora formoseña fundamentó que “no se pretende con la abrogación de asignaciones a la jerarquía eclesiástica, en funciones y en retiro y de jubilaciones sin aportes compatibles con otros ingresos, incumplir el mandato constitucional del artículo 2º, de sostenimiento del culto católico, apostólico, romano. Por el contrario, se trata de no condicionar a las autoridades eclesiásticas argentinas en el destino de la suma que les otorga anualmente el presupuesto”.

Y agregó: “Creo procedente abrogar las normas del proceso militar que no favorecen a la Iglesia ni al Estado. La Iglesia asignará los recursos de esta manera, con mayor independencia y elasticidad. Quizás un sacerdote que ejerza en Las Lomitas, en Formosa, por ejemplo, deba recibir una mayor asignación, que empleará con fines sociales, que un príncipe de la Iglesia en importantes oficinas”.

Porque pensamos que nuestro país debe ser laico y todos debemos tener igualdades jurídicas, independientemente del culto que profesemos, apoyamos absolutamente este proyecto de ley.

jueves, 1 de julio de 2010

El surgimiento de la Raza Cobriza (o los hombres de piel vermelha) Parte 1



Los posteos anteriores nos permitieron conocer la evolución de la vida en nuestro planeta, estableciendo un paralelo entre ciencia y antropología gnóstica. Pudimos entender que los primeros seres que habitaron nuestro globo tenían pleno conocimiento de las verdades sostenidas por AUMBHANDAN como síntesis del Conocimiento Uno, no dividido, que religa al hombre con la conciencia cósmica.

Sabemos entonces que en medio de la segunda raza (Adámica) se generó el hombre de piel cobriza. Hombre oriundo de este globo que supo compartir su desarrollo con varios visitantes venidos de lejanas galaxias, quienes al realizar su necesario “ajuste vibratorio” en otros planetas, adquirieron corporalidad semejante; es decir, incorporaron la piel vermelha a su organismo.

Estos seres espirituales, venidos de otras estrellas, tenían plena conciencia del manejo de las leyes divinas, por eso no había entre ellos rivalidades, disputas, guerras ni rencores.

En ese entonces todo estaba en perfecta armonía, pero la evolución siguió su curso y, ya en la Era Cuaternaria, cinco estirpes diferentes aparecen en el planeta, cada una con un color de piel que estaba en sintonía con el clima del lugar que habitaban.

¿Cómo fue posible esto? Porque, a diferencia de lo que aprendimos en la escuela, la religión umbandista nos va a enseñar que los hombres de piel cobriza comenzaron su migración desde el sitio en que vivían (Sudamérica) hacia otros confines, mutando necesariamente su aspecto externo de acuerdo a las necesidades biológicas que aparecían. Este punto será crucial para aceptar el teorema religioso de Umbanda, y lo abordaremos en el presente capítulo con detenimiento.

Pero por el momento diremos que todos nuestros ancestros tenían en su memoria genética (también tenemos nosotros) los conocimientos de la cuarta raza raíz –la atlante- que como sabemos evolucionó de la lemuriana, que a su vez se gestó en la hiperbórea, etc. Y por ende, todos estos hombres deberían “recordar” con notable simplicidad aspectos teogónicos que nosotros ignoramos actualmente pero que, gracias al “despertar espiritual” ya mencionado hoy comienza a ser una realidad en varias personas.




Pero como la misma evolución fue la causante de que, en pos de la adaptación al progreso y a la nueva vida, esa memoria genética se fuera debilitando, fue necesaria la aparición de un tercer avatar en nuestro mundo.

Así llega al planeta Amilius, y con él varios Maestros Espirituales venidos de otras galaxias más evolucionadas, para restablecer el conocimiento de las leyes divinas en este mundo que estaba en plena formación. Estos seres estelares acompañaron a los primeros integrantes de todas las razas instruyéndolos en las verdades espirituales que rigen el universo. Todos los hombres tenían una enorme oportunidad de aprender y la aprovecharon. No hubo rincón del planeta que estuviera habitado que no recibiera seres venidos del espacio con esta misión de amor. Seres que adquirieron corporalidad, que eran idénticos a los nativos de aquí.

Ahora bien, ¿qué sucedió en América?

Sabemos que en nuestro continente se desarrollaría la estirpe de piel cobriza (también llamada roja o vermelha) y según Otto Muck –como hemos visto- Norteamérica sería la primera porción de tierra americana en levantarse de los océanos, ampliando el espacio seco del planeta. También se nos enseñó que a través del estrecho de Bering, llegarían de Asia los primeros pobladores que se asentarían en tierras americanas. Si esto fuese así, habría un contrasentido en lo que estamos afirmando, ya que la raza cobriza no sería otra cosa que una adaptación de la amarilla. Y se desbarataría la opinión de la filosofía esotérica.

Pues bien, esta afirmación hoy está siendo muy discutida por los científicos. Los recientes descubrimientos arqueológicos y de pinturas rupestres encontrados en Pedra Furada (São Raimundo Nonato, Piauí, Brasil) indica que en esta parte del mapa se registró una presencia humana tan antigua que pone en duda las teorías de la llegada del hombre a América. En 1973, un equipo de trabajo integrado por franceses y brasileños bajo la coordinación de Niède Guidon realizó excavaciones en esa región y, tras sucesivas pruebas realizadas con carbono 14, se llegó a la conclusión de que los primeros americanos eran contemporáneos del hombre de Cro-Magnon y por lo tanto, no habían ingresado doce mil años antes de nuestra era por el estrecho de Bering (Ver informe de Fernando Luis Romera en su sitio personal de Wanadoo.es).

Como también se sabe que el hombre de Cro-Magnon y su antecesor, el hombre de Neandertal coexistieron durante veinte mil años, se abre un nuevo interrogante: ¿esa convivencia no pudo llevarse a cabo también en nuestro continente?

Descubrimientos similares se llevaron a cabo en Chile, en Monte Verde, en las cercanías del Río Maullín (Puerto Montt) y en nuestro país en Piedra Museo, un importante yacimiento arqueológico ubicado a doscientos cincuenta kilómetros de Pico Truncado (Santa Cruz), donde a principios del siglo XX el paleontólogo Florentino Ameghino hizo descubrimientos similares, corroborados con las muestras tomadas en 1995 por la arqueóloga Laura Miotti de la Universidad Nacional de La Plata, que prueban que la teoría del poblamiento tardío del continente americano (lo que se conoce como el Consenso Clovis) debe ser revisada. Volvemos a insistir... sólo es cuestión de tiempo.

Planteada la defensa arqueológica reciente (aún es el estudio de una hipótesis) que abre inmensas expectativas y permite volver nuestra mirada al campo del ocultismo, diremos que estos seres espaciales una vez que se instalaron en el seno de la raza cobriza comenzaron con su misión y les enseñaron a nuestros ancestros –entre otras cosas- que había un Ser Supremo, que poseía Emisarios, y que ellos podían conectarse con Él por medio de estos mensajeros. Así se inicia el “religare” del hombre de piel cobriza con las ideas divinas. Y este religare se llamó AUMBHANDAN. Este vocablo trino y sagrado –que ya analizamos en otros posteos- se transformaría en litúrgico. Adquiriría una naturaleza mágica y una vibración mántrica. Sería, como dice Yamunisiddha Arhapiagha “bandera de Amor y Sabiduría Cósmica”.

¿Cómo era la creencia de estos seres espirituales de la raza cobriza? Una pregunta muy interesante, que intentaremos contestar en los próximos posteos. Hasta pronto!

(Para profundizar este y otros temas expuestos en el blog sugerimos anotarse en el Curso de Teología Umbandista de nuestra Escuela. Escríbannos un e-mail a escueladeumbanda@gmail.com).

miércoles, 9 de junio de 2010

¿Cómo será la próxima raza raíz y qué rol ocupará en ella nuestra religión?

En cuanto a la posterior raza raíz, la séptima, será la última del Gran Ciclo. En ella se hará efectiva la unión con Dios, el hombre volverá a religarse con el Conocimiento Uno. Será la restauración definitiva del AUMBHANDAN. Pero no se dará mediante el surgimiento de una nueva religión, sino a través de la integración total de los cuatro pilares de la Gnosis humana, que unidas de manera sintética formarán la base del conocimiento, del mismo que una vez estuvo unificado y que lamentablemente fue dividido, causando separaciones entre los hombres.

Será el momento de reestablecer la conexión divina que tenían los primeros seres, los “Progenitores” y comenzar –mediante el amor, la compasión y la sabiduría- a sentirnos Uno con el Creador, a través de la práctica del AUMBHANDAN, que no es lo mismo que actualmente se practica en los terreiros de todo el mundo.

Es así que en estos momentos asistimos al nuevo sonar de los clarines mediante el Movimiento Umbandista. Porque es momento de comenzar un nuevo trabajo de perfeccionamiento espiritual. Los seres espirituales integrantes del llamado Astral Superior piensan que ya está llegando la hora de restaurar esta sabiduría integral, que es tiempo de que los mortales recuperemos el conocimiento del conjunto de las leyes divinas. Por eso, diferentes disciplinas aparecen en el mundo tratando de lograr esta unión. Se hablará así del Gran Nudo del Ser y Los Cuatro Cuadrantes del Conocimiento, de los Cuatro Pilares de la Sabiduría Gnóstica, etc.

Y por eso es tan importante que el llamado del Astral Superior dé sus frutos. Sabemos que en un corto espacio de tiempo se sumarán millones de integrantes a nuestras filas, en todos los rincones del planeta. Porque esa es la misión del Movimiento Umbandista, aunque aún la mayoría de los integrantes de esta corriente no parezca tan organizada ni tan llena de propósitos tan nobles. No olvidemos que conviven en el planeta, en el mismo tiempo, personas con diferentes niveles de conciencia. Pero todas tienen un lugar en esta convocatoria, porque todas están inclinando la balanza de la evolución del hombre. Irremediablemente, en algún momento se producirá una depuración si no existe una evolución personal al respecto.

La caminata es larga, y por momentos será difícil, pero –nos guste o no- todos asistimos a este tiempo histórico, en que está en plena vigencia el Movimiento.

¿De qué se trata entonces el Movimiento Umbandista? ¿Quiénes lo llevan adelante? ¿Cómo podemos alistarnos a sus filas? ¿Por qué es preciso crecer en conciencia?

La incógnita comienza a develarse, aunque antes va a ser necesario adentrarnos en los orígenes de la raza cobriza, ya que en el seno de esta raza –que hemos visto, bien pudo ser la primera que habitó el globo- surgirá el Movimiento de rescate.

El velo se descubre, al fin, en los próximos posteos.

Las razas raíces (parte 3)

La cuarta raza raíz o Atlante, también llamada Pasional hace su aparición en la Era Terciaria, integrada –según la ciencia- por los períodos Eoceno, Mioceno y Plioceno. Nos dice Blavatski que “la tercera raza casi ha desaparecido por completo, barrida por los espantosos cataclismos geológicos de la Era Secundaria, dejando sólo tras de sí algunas razas híbridas”.

Esta raza va a mejorar enormemente el plano mental de los seres. Aparece la voluntad y el ansia de libertad. Sus integrantes eran muy altos, algunos llegaban incluso a los ocho metros (se van a llamar Gigantes).

Sabemos que habitaron el famoso “continente perdido” (que algunos autores llamarán Kusha) y en esta civilización algunos de sus integrantes todavía tenían en funcio-nes el Tercer Ojo –aunque los dos ojos físicos ya se han desarrollado- porque el mundo astral no se había cerrado totalmente.

Así como el nivel mental de los atlantes se desarrolló ampliamente, la influencia de espíritus de bajo nivel vibratorio, venidos también de otros rincones del espacio mientras aún estaba presente en el globo la raza raíz anterior, propició la envidia, la mezquindad, el egoísmo y la aparición de varios vicios que fueron, poco a poco, consumiendo al hombre. El autoritarismo de estos seres se extendería no sólo al plano físico, sino también al espiritual. Es así que en la inmensidad de la noche, el hombre terrícola va a realizar por vez primera su primer ritual de magia negra para atacar o subyugar a uno de sus semejantes.

Esta es la gran mancha en la historia de la humanidad. Algo que no fue un hecho aislado. Muy por el contrario, el resultado de aquel acto mágico negativo debió ser el esperado por esos seres de baja conciencia porque continuaron siendo practicados, cada vez con mayor asiduidad, hasta generarse verdaderas guerras negras en las que el odio y la muerte acabaron con aquel pasado glorioso y muy sagrado establecido en el AUMBHANDAN.

Las reacciones naturales no se harían esperar. Entonces se producen grandes catástrofes: una manera de reaccionar que tendría el propio planeta para “expulsar” de su vientre a estos marginales del espacio, los que habían generado tamaña desarmonía.

Y el planeta logró su objetivo, pero sólo en parte. Lamentablemente, la acción de los Magos Negros fue muy grande y precisa. Habían logrado incluso manipular principios naturales básicos. Encontraron varios devas y guardianes terrenales como aliados, los que debido a su energía, sobrevivieron a los cataclismos, y aún mantienen parte de esa pesada carga astral y mental en sus genes. Es por eso que todavía perseveran severas molestias espirituales en nuestra humanidad.

Con este clima espiritual, la Tierra ve desaparecer la cuarta raza raíz, la que no pudo mantenerse por encima de los deseos inferiores y sucumbió ante el peso de sus propios vicios y costumbres. Fue un tiempo donde el egoísmo logró reinar e imponer sus cánones. Aunque, por fortuna, los Magos Blancos de los que hablamos muy someramente, y que habían surgido al final de la raza lemuriana, habían ocultado el Conocimiento Uno en los templos. Conocimiento que sobrevivió herméticamente escondido durante todo este tiempo, siendo sólo accedido a él por contadas personas, los guardianes de las tradiciones doradas. Los que continuaban bregando por la unión de los hombres y por la síntesis unificadora de filosofía, ciencia, arte y religión. En otras palabras, los que custodiaban el AUMBHANDAN, el conjunto de las leyes divinas.

Viendo el trabajo intenso de estos Magos Blancos, los integrantes de la Jerarquía Crística, quienes siempre controlaron y cuidaron la evolución de nuestra galaxia, –aunque no pudiesen interferir directamente por respetar las leyes divinas, entre ellas la de Causa y Efecto- deciden enviar nuevos Emisarios con el propósito de borrar la huella oscura de la humanidad, seres espirituales que nos ayudarían a incrementar la Luz y el Amor entre todos los seres. Y así llegarán a la Tierra nuevos avatares, quienes ya veremos, fueron preparando el advenimiento del cristianismo, mucho antes de que Jesús encarnara en este plano.

Aparece entonces la quinta raza raíz, la Aria o Mental, la raza actual, cuyos genes –según varios autores- encontramos en una de las familias de la sub-raza Semita (antecesora del pueblo judío) guiados hacia la Tierra Prometida.

Ubiquémonos en la Era Cuaternaria o Pleistocénica, el período histórico en que aparece –según la ciencia- el hombre paleolítico y el neolítico. Si a la Era Cuaternaria se le conceden un millón y medio de años, entonces –dirá Blavatski- sólo pertenece a esta era nuestra quinta raza. En la quinta raza raíz, los seres vamos adquiriendo mayor desarrollo mental, lo que nos permite un mejor desarrollo. Sin embargo, los científicos –como es de costumbre- no consiguen ponerse de acuerdo. Algunos parecen haber demostrado que el hombre paleolítico –no caníbal- antecesor del neolítico –caníbal- fue un artista notable, mientras que su sucesor fue un salvaje grosero, pese a vivir en casas lacustres. Otros dicen que los paleolíticos no conocían la alfarería ni el arte de tejer, tampoco tenían animales domésticos ni cultivaban la tierra, pero tenían herramientas de cuerno, hueso y madera, más elaboradas que los neolíticos. ¿Por qué esa involución en relación a las actividades artísticas?

Si bien es cierto que tanto salvajes como seres civilizados pudo haber en todos los tiempos, las tradiciones ocultas nos relatan que durante el período paleolítico hizo su aparición en la Tierra un tercer avatar.

Como dijimos, el nombre de la quinta raza raíz (Aria) no hace referencia directa a la sub-raza que conserva ese nombre. Pero podemos decir que, en la Era Cuaternaria, las cinco razas físicas diferentes aparecen entonces en los cinco continentes. Cada una se diferenciaba de la otra por su color de piel. Cada color de piel era el indicado para poblar el sitio geográfico en que se desarrollaría; se cree que entonces hubo ciento treinta y tres millones de almas en el planeta repartidos de la siguiente manera: los de piel roja en la Atlántida y América, los de piel marrón en los Andes y Lemuria, los de piel amarilla en inmediaciones de Gobi (Asia) y los de piel negra en Sudán y la parte oeste de África. En tanto los blancos se ubicaron cerca de lo que hoy es Irán, entre el Mar Negro y los Cárpatos de Europa Central.

El plan divino incluía la reencarnación, para que estos seres no vuelvan a ocupar cuerpos de animales y pudieran religarse con Dios por medio del uso de sus atributos espirituales. Como vemos, la raza raíz aria existe hace muchísimo tiempo y existirá mucho tiempo más. Nos encontramos al final de ella, y somos parte de su última sub-raza.

Muchos dicen que ya se está incubando en el planeta la sexta raza raíz, con una oleada de niños muy particulares, los llamados “niños índigo” cuyos genes vienen del Sol. Parece que tendrá su cuna en América y posiblemente el lugar elegido esté en el sur del continente. Esta raza se caracterizará por el desarrollo superior de su plano psíquico y utilizará los sentidos que actualmente tenemos atrofiados y cuyas manifestaciones llamamos “capacidades extrasensoriales”.

Las razas raíces (parte 2)

Es así que, en esta raza raíz –adámica- comienzan a gestarse los principios que regirán el desarrollo del universo. Principios que recién se harán concientes en la raza raíz siguiente, pues los seres adámicos todo lo estaban experimentando por primera vez, de manera inconsciente, primitiva, y cometiendo miles de equivocaciones. Iban aprendien-do mediante la conocida fórmula del “ensayo-error”, lo que –como es lógico suponer- traía aparejados varios problemas.
Con la forma humana bastante más perfeccionada, en este período no sólo comienzan a aparecer las primeras gentes oriundas de este planeta, quienes inician su ciclo vital, también comienzan a presentarse los primeros seres venidos de otras regiones del espacio –entiéndase que ya no son Progenitores Divinos, sino seres en vías de desarrollo- a quienes se les dio la posibilidad de continuar su evolución en este plano. Muchos de ellos, venidos incluso de otros sistemas solares, hacían una obligada escala en Marte –donde realizaban un reajuste vibratorio- antes de encarnar en nuestro planeta.

Eran todos de piel cobriza, tanto los originales hombres del globo como los seres siderales, quienes adquirían en Marte la vestidura corporal y la sintonización necesaria para poder comunicarse con sus nuevos hermanos. De allí probablemente surge el mito de que el hombre fue hecho de barro (el color cobrizo de la piel es idéntico al color del barro en ciertas regiones del globo).

Estos seres venidos del espacio encarnan, entonces, como cualquiera de los primitivos habitantes de nuestro hogar planetario, usando cuerpos que aún irían a perfeccionarse bastante con el correr de los siglos, pero con una ventaja: ya poseían el conocimiento infuso de la “Alta Matemática que se ignora”, es decir, ya habían desarrollado en sus vidas anteriores el uso de varias leyes metafísicas que ahora irían a enseñar a sus contemporáneos.

Por eso se transformaron rápidamente en líderes o conductores tribales. Eran, de algún modo, Hermanos Mayores con una oportunidad nueva. Les enseñaron a sus consanguíneos la primera lengua polisilábica y melodiosa, una lengua acunada en este territorio y parida de la observación de algunos fenómenos de la naturaleza. Una lengua que, no obstante, obedece a una métrica sonora divina, que se llamó ABANHEENGA (abá significa hombre; nheenga significa lengua sacra) y que fue el punto de partida de todas las demás lenguas que hablaría la humanidad.

Como dijimos en otro post, América fue un punto clave en el desarrollo de esta raza adámica, por eso esta primera “lengua raíz” se cree que tuvo su origen en Sudamérica, probablemente en el territorio que hoy ocupa Brasil y que se extiende incluso por el nordeste de Argentina, Paraguay y norte de Uruguay, donde habitaba el legendario Tronco Tupí, a quien se reconocerá entonces como la Primera Raza Raíz, o la Legítima Raza Cobriza (Vermelha en portugués).

Volviendo a los seres venidos del espacio, decíamos que rápidamente se transfor-maron en conductores de esta raza cobriza, pues bien, recibieron el nombre de Tabaguaçus, (tu baba guaçú sería realmente la expresión, antes de la deformación fonética, que significaría “Nuestro Padre Conductor” o “Nuestro Patriarca”) y basta estudiar un poco la mitología guaranítica para comprender el lugar que en la cosmovisión de ese pueblo –nuestro ancestro primordial- tuvieron sus conductores.

Pues bien, muchos de estos seres siderales, después de un determinado tiempo de trabajo (que pudo realizarse en varias encarnaciones) retornan a sus lugares de origen, dejando sus enseñanzas en nuestro plano al cuidado de la humanidad que vivía en ese entonces. Y con el correr de los siglos, y ante la ausencia de verdaderos conductores espirituales, la humanidad comienza a decaer y a generar una energía bastante densa que sólo sirvió para atraer hasta este planeta a otros seres espirituales, también venidos de lejanos rincones del espacio, pero ya no con la misma calidad moral de los anteriores. Muy por el contrario, llegaron los seres “decaídos” o “retardados” de Venus, Júpiter, Saturno y otros lugares, incluso de sistemas solares muy distantes.

Fue así que la senda evolutiva del planeta Tierra se ve demorada y perjudicada por la presencia de estos verdaderos “Marginales Cósmicos” que van a instalarse no sólo en Sudamérica, -sede del Tronco Tupí, origen de la Raza Raíz Adámica- sino también en el norte del continente, y en lo que luego se transformaría en Asia y África.

Esto sucede en pleno apogeo de esta raza, más o menos en el tiempo en que vivía la quinta sub-raza adámica, y las complicaciones espirituales comienzan a hacerse cada vez más serias.

¿Y qué sucede en la Tierra cada vez que la humanidad se estanca en el error y no encuentra una salida correcta? Por fortuna, aparece un avatar para indicar el camino. Se sabe que hubo dos avatares que aparecieron en nuestro planeta en esta época, antes de que aparezca la tercera raza raíz. El auxilio espiritual de estos Maestros sin duda permitió que el planeta evolucionara mucho. Es así que se origina la tercera raza raíz. Pero los hombres, tal como los conocemos actualmente, siguen lentos en su evolución biológica ya que todavía eran hermafroditas y se reproducían por brotación.

La tercera raza raíz, Lemuriana o Instintiva, habitó el gran continente de Mu en el océano Pacífico (en algunos libros se puede encontrar Continente de Shálmali, ubicado al sur del Himalaya, hasta más allá de Australia, Tasmania y la Isla de Pascua, Madagascar, parte de África, Suecia, Noruega, Siberia y Kamchatka; pero lo único que quedaría de este continente, tal como entonces, sería Madagascar, Australia y la Isla de Pascua), hipótesis que en la actualidad es sostenida por arqueólogos pertenecientes a la británica Universidad John Moores, de Liverpool, quienes piensan que fue una inmensa porción de tierra que se extendía desde Sudamérica hasta Australia y el sur de Asia, abarcando también todo el océano Indico.

Estamos ubicados en la Era Secundaria, la era de los dinosaurios. Una etapa histórico que duró aproximadamente cinco millones de años, en la que tuvo lugar el gran cambio climático y se produjo la inclinación del eje de la Tierra. La ciencia dice que esta era incluyó los períodos Triásico, Jurásico y Cretáceo, donde reinaron los reptiles gigantes, pero niega la existencia del hombre. Helena P. Blavatski dirá entonces con sana ironía, que “le queda aún por explicar cómo llegaron los hombres a conocer estos monstruos y a describirlos antes de la época de Cuvier; los antiguos anales de China, India, Egipto y hasta Judea están llenos de ellos...”

En este ciclo también aparecen los primeros mamíferos marsupiales, los primeros carnívoros y los insectos. Pero la ciencia se niega a admitir la aparición del hombre antes de la finalización de la Era Terciaria, quizás porque al hombre hay que mostrarlo más joven que los mamíferos superiores, o tal vez para evitar a toda costa que coincidan sus enunciados con lo postulado por las religiones. Pero la Antropología Gnóstica y la religión Umbanda nos enseñan lo contrario, y ya que la ciencia no puede precisar nada y sólo se basa en especulaciones, la enseñanza oculta y la religiosa son bastante más lógicas y razonables, aún cuando no dejen de ser hipótesis. ¿Será cuestión de tiempo, nada más? Aguardemos...

Pues bien, ¿cómo eran estos seres integrantes de la tercera raza raíz? No todos los que consideramos lemurianos son idénticos. De hecho, como ya sabemos, podemos encontrar siete sub-razas entre ellos. Cada una muy diferente de la otra, fueron evolucionando hasta transformarse en los humanos de la actualidad.

Es así que en la Primera Sub-Raza Lemuriana, los seres se reproducían aún por exudación (algo que conservaron de la Raza Raíz Hiperbórea); la Segunda Sub-Raza Lemuriana nos presenta seres aún hermafroditas pero que nacen de un huevo. Pero ya nacen desarrollados, con un notable crecimiento. En la Tercera Sub-Raza de esta civilización los habitantes seguían naciendo de un huevo, pero ya no nacían adultos. Aparecen en esta sub-raza la vista y el esqueleto. Los seres tenían aproximadamente cuatro metros de altura y un único ojo. Se los llamó Cíclopes en la mitología.
Poco a poco ese ojo se fue hundiendo en el cerebro hasta convertirse en lo que hoy conocemos como glándula pineal. Junto con estos seres de un solo ojo conviven otros, que tienen pezuñas, garras, plumas y colas. Son los sátiros, los centauros y los unicornios. El hombre estaba preso en cuerpos grotescos que no eran propicios para su desarrollo. Surge entonces la Cuarta Sub-Raza, y en ella, el huevo ya no se desprenderá directamente del cuerpo, como sucedía en la anterior, sino que será incubado en el vientre al igual que las aves.
La Quinta Sub-Raza fue la etapa de transición del pájaro a hombre. En las Sexta y Séptima Sub-Razas la reproducción recién comienza a ser como la actual y la separación de los sexos se produce de manera completa. Es cuando aparecen en el planeta –al mismo tiempo- las mujeres y las flores. Pero también aparece por primera vez el karma y el razonamiento, aunque rudo y elemental, pero razonamiento al fin.

Pues bien, durante el apogeo de la cuarta sub-raza lemuriana, y con casi todo el planeta ocupado por los seres humanos, surge una nueva migración de seres siderales, seres de gran carisma que en tiempos pasados fueron conductores de planetas más evolu-cionados de nuestro sistema solar, como Saturno y Júpiter. “Seres que habían alcanzado niveles evolutivos inimaginables” –dirá el Mestre Arhapiagha- que habían superado definitivamente sus conflictos con el ego, la gran mayoría –claro- pues en todos los sitios siempre conviven diferentes niveles de conciencia. Y lamentablemente estos seres también reaparecen en nuestro plano para aprender, enmendarse y evolucionar. Cosa que no siempre logran –por eso decimos lamentablemente- y sí consiguen algunos adeptos para desarrollar sus sistemas negativos, tanto espirituales como políticos, religiosos, sociales, etc.

Descienden a la Tierra en mayor número que los llegados en el tiempo adámico, y tomaron contacto con la humanidad terrestre que –en su inmensa mayoría- era bastante simple y mal desarrollada. Estos seres –los más evolucionados- vuelven a aportar el mensaje divino al mundo, el AUMBHANDAN, y se sabe que al final de la raza lemuriana surgen los grandes Magos Blancos, conocedores profundos de estas leyes cósmicas, quienes por medio de capacidades especiales van a mantener contacto directo con la Hermandad Cósmica y se transformarán en conductores espirituales del globo y depositarios de la Sabiduría Unificada.

Así se irá extinguiendo la tercera raza raíz, abriendo paso a la nueva raza, la que heredaría esta sabiduría unificada y, por lo tanto, sería muy poderosa, aunque también haya sido interferida por seres de baja estirpe, quienes causaron verdaderas catástrofes y propiciaron el surgimiento de la magia negra en nuestro globo.

viernes, 4 de junio de 2010

Las razas raíces

Cuando hablamos de “raza raíz” no nos referimos a la cantidad de estirpes distintas que en un determinado momento histórico pueblan el planeta al mismo tiempo. Es decir, no estamos hablando de la raza blanca, la negra, la roja o la amarilla, que son fruto de constante investigación por parte de distintas disciplinas (biología, sociología, antropología, etc.). De acuerdo con el pensar antropológico gnóstico consideraremos a la humanidad como un TODO habitando un planeta determinado en un momento equis. Para hacer este examen se debe tener en cuenta un segmento muy amplio, que va desde la aparición de la primera sociedad, la más primitiva (la protocivilización) hasta el momento en que decae la más grande de las urbes de un mundo que alcanzó su cúspide.

El tiempo que transcurre entre el fin de una raza raíz y el surgimiento de otra, es decir, entre la desaparición de los últimos rastros de una civilización y la aparición de las primeras impresiones de una nueva puede ser muy diferente entre un astro y otro (desde pocos siglos hasta varios milenios). Y como es lógico suponer, para que se pueda fundar una nueva raza raíz deben permanecer con vida algunos integrantes de una raza anterior. Los más evolucionados, los que mejor se adaptarán a los cambios impuestos por la maniobra de un universo en constante desarrollo. Si no ocurre así, la creación tendría que volver a comenzar su ciclo nuevamente, algo que hasta el momento no ha sucedido.

Es decir que los fundadores de nuevas razas raíces, indefectiblemente deben pertenecer a razas raíces anteriores, y es algo que se notará en los nuevos seres, pero que se irá perdiendo paulatinamente.

Nuestra raza raíz, por ejemplo, conserva aún muchas características que fueron propias de la anterior raza, la atlante, que fue muy adelantada tecnológicamente pero también muy materialista, muy individualista y con poca evolución espiritual. Algo muy fácil de comprobar si realizamos un análisis del común de nuestra población. Esta herencia nos legó varios errores (como ejemplo citaremos el capitalismo, el surgimiento de las grandes diferencias socioeconómicas de muchos pueblos del planeta) que quizá algún día causen nuestra extinción, como sucedió con las anteriores razas que ya habitaron este territorio.

Antes de introducirnos de lleno en el análisis de la evolución del hombre en la Tierra diremos que, –de acuerdo con la Antropología Gnóstica- cada Raza Raíz está formada por siete sub-razas, varias de las cuales pueden convivir al mismo tiempo en el globo. También mencionaremos que al tiempo de desarrollo en un planeta de siete razas raíces se conoce como Período Mundial; y que siete períodos mundiales completan una Ronda Kármica. Una ronda kármica completa es lo que precisa un ser para lograr su evolución, para desprenderse completamente de la ley de causa y efecto, es decir, para pasar a formar parte del cuerpo causal de Dios.

Pues bien, la primera raza raíz que conoció la Tierra fue la Protoplasmática o Pre-Adámica, en la Era Arcaica. Esta Época Primordial incluyó los períodos que los científicos conocen como Laurentiano, Cambriano y Siluriano y sabemos que fue muy rica en vida vegetal y animal. En los depósitos laurentianos se encontraron ejemplares de Eozoon canadiense (una concha dividida en celdillas), en los silurianos se encontraron hierbas marinas (algas), pólipos y algunos seres vivos que pueden considerarse antecesores a los peces. Por eso la ciencia admite que la vida en el fondo del mar estuvo presente desde siempre, y nos deja entreabierta una puerta a que la especulación humana divague en relación a la aparición del hombre en el planeta, porque nada nos dice de qué es lo que podía estar sucediendo fuera de las aguas.

La Filosofía Esotérica está de acuerdo con la ciencia en casi todas estas manifesta-ciones, a no ser por un punto: va a decir que los trescientos millones de años de vida vegetal precedieron a los “Hombres Divinos” –en palabras de Helena Blavatski- o “Progenitores”. Los llamados Devas, seres de luz que estaban en constante conexión con la energía divina. Poseían cuerpos translúcidos, mitad físicos y mitad etéreos, más volátiles que densos, muy sutiles. Eran andróginos, se cree que también inmortales, y se multiplicaban por división o brotación. Estos Progenitores vivían en una región llamada Thule (en muchos textos aparecerá como Continente de Thule y en otros se dirá que habitaron el Monte Neru) ubicada en lo que ahora ocupa el polo norte.

Los más antiguos textos arios e indos relatan que el actual continente ártico era hace muchísimos milenios un lugar de clima templado y exuberante naturaleza, donde se desarrolló esta civilización superior, con un admirable desarrollo trascendente, a la que se suele mencionar como “la patria de los seres venidos de las estrellas”. Se los denominó “ariyas” (de allí deriva la palabra ario) que significaría “noble”, “iluminado” o incluso “nacido dos veces”.

Thule estaba incomunicada con el resto del mundo porque el océano boreal la separaba, y por eso podían vivir en armonía. Jamás sus habitantes se enteraron si existía vida en otra región. No conocieron guerras ni invasiones. Pero sucedió lo imprevisto: una hecatombe planetaria y un agudo cambio climático que los obligó a migrar hacia tierras ubicadas más al sur del globo, y así reaparece esta civilización en el actual continente euroasiático fundando lo que se conoce como la civilización del Gobi (segunda raza raíz) que más tarde se extendió por Europa.

La gran cantidad de restos de flora y fauna encontradas en lo que hoy son islas congeladas e inhóspitas del continente ártico nos permiten aseverar la existencia de esta sociedad. Algunos ejemplos notorios dejaron boquiabiertos a los científicos, como los descubrimientos arqueológicos de la isla de Vrangelja, al norte de Siberia, o los yacimientos de carbón de la isla de Spitsberg (actual territorio de Noruega).

La segunda raza raíz, llamada también Semi-Vital, Hiperbórea o Adámica, apare-ce entonces, según algunos autores, a orillas del entonces Mar de Gobi (hoy desierto) en la Era Primaria. Incluye los períodos que la ciencia clasificó como Devoniano, Carbonífero y Permiano. Enormes bosques de helecho crecían junto a las primeras coníferas. Dirán los entendidos que los peces y los primeros reptiles eran los reyes absolutos del mundo. La Doctrina Esotérica sigue coincidiendo con la ciencia, pero agrega que la vida también se desarrollaba en otros planos y que estaba integrada por los descendientes la raza raíz inicial o protoplasmática, seres que poco a poco van perdiendo parte de su masa etérea y adquieren tacto y oído. Seguían siendo andróginos, pero se reproducen por exudación (a través de gotas de sudor), y eran dueños de lo que se conoce como conciencia búdhica. Sus primeras formas, casi etéreas, van adquiriendo poco a poco corporalidad. El lugar en que estos seres habitaban se extendía, según varios estudiosos, desde Groenlandia hasta Rusia, Suecia y Noruega, cuando ese territorio tenía un clima tropical muy apacible. Es el llamado continente hiperbóreo (en muchos libros se mencionará su residencia como Continente Plaksha). No obstante, como veremos más adelante, también en otros sitios estuvo presente este desarrollo, o sea que no fue privativo de esta región. América (por ese entonces unida al resto del mundo) fue un lugar clave del surgimiento de esta raza.

Los autores revisionistas de la doctrina de Umbanda (entre los que encontramos los integrantes de la Orden Iniciática del Cruceiro Divino de São Paulo, Brasil, liderada por el Mestre Yamunisiddha Arhapiagha) entenderán que el hecho de que estos seres fueran perdiendo su volatilidad y adquiriendo –poco a poco- masa corporal, tacto y oído, los ubica en un período que llamarán Adámico. ¿Por qué? La explicación, sin duda parte del sincretismo cristiano del mito de Adán y Eva que todos conocemos.

sábado, 15 de mayo de 2010

AUMBHANDAN y sus diferencias con el Movimiento Umbandista

El título de este post abre una puerta muy interesante en nuestro trabajo investigativo, y ahora nos vemos en la obligación a relacionar este culto con una compleja filosofía milenaria, posiblemente originada en Oriente. Y decimos sin temor a equivocarnos “posiblemente” pues –aunque son muchos los investigadores que se esfuerzan en encontrar las raíces del mundo civilizado en esa región del mapa- al parecer, la tradición UNICA del conocimiento no es privativa de un lugar geográfico determinado.

Domingo Rivas Miranda Neto relata en su libro “Umbanda al alcance de los jóvenes” que la religión Umbanda surgió miles de años antes de Cristo, “casi paralelamente al surgimiento del hombre en la Tierra, en el seno de una civilización muy antigua conocida como lemuriana que se extendía entre los continentes de África, Asia y América –por ese entonces unidos- y que había alcanzado un alto nivel de desarrollo y evolución”.

¿Pero quiénes eran los integrantes de esta civilización y es posible que no quede ningún vestigio de su existencia?

Al parecer, Lemuria constituía un enorme territorio –anterior al surgimiento de los continentes actuales- que fue destruido por el fuego subterráneo y los terremotos, y sumergido en el fondo del océano hace varios miles de años, quedando como huellas de lo que alguna vez fuera su presencia solamente los picos más altos de sus montañas, los que reaparecerían entre las aguas en forma de islas de formación muy antigua, como por ejemplo la Isla de Pascua, famosa por sus moáis de origen incierto.

El origen de la civilización lemuriana es difícil de rastrear porque se pierde en la más remota antigüedad, de la que casi no quedan pistas. Pero gracias a la Antropología Gnóstica sabemos que su decadencia dio lugar a la Atlántida y que los lemurianos seguramente fueron descendientes de los dioses antiguos, con los que quizás convivían en un plano de igualdad –al menos geográfico-.

No obstante, Colin Rivas, arqueólogo y lingüista de la Universidad Estatal de California, en Northridge, piensa que la Atlántida era la capital de una antigua sociedad global –la separa radicalmente de la mítica Lemuria- en la que los eusqueras encontrarían su origen, debido a su antigüedad genética. Para este estudioso, los vascos son la primera población europea, descendientes de los atlantes (no pone en duda la existencia de esta ciudad) y precursores de la mayoría de las lenguas europeas y de los pueblos celtas. Como vemos, varios científicos ortodoxos ya admiten la existencia de la Atlántida, aunque aún no puedan relacionarla con la civilización lemuriana. Pero sabemos que es sólo falta de tiempo... La ciencia algún día validará –o no- las hipótesis de la Antropología Gnóstica.

Las últimas investigaciones sobre la sociedad lemuriana dan cuenta de que –por alguna razón- tenían relación con el grupo de estrellas de las Pléyades, o al menos, esta parte del cielo les despertaba un particular interés. Se acepta la posibilidad de que sus habitantes hayan venido de esta región del espacio a prestar socorro a nuestro planeta, que estaba formándose, y por eso los habitantes de esta raza serían seres cósmicos muy evolucionados y dueños de un conocimiento unificado, donde la filosofía, la ciencia, las artes y la religión estaban unidas, y eran el sustento de su doctrina.

El apogeo de esta civilización se sitúa cercano a los 100.000 años antes de Cristo, por eso una de las hipótesis de su destrucción fue la aparición del período glaciar (ocurrido 80.000 años antes de Cristo) entre otros varios desastres naturales y cósmicos que afectaron a nuestro planeta, que habrían arruinado parte de su cultura y su filosofía de vida tan particular.

Muchos afirman que para sobrevivir a la catástrofe, los descendientes de los lemurianos construyeron túneles subterráneos que unirían regiones de su extenso territorio (hoy separado en continentes) en los que se ocultaron y todavía residirían allí varios de ellos. Posiblemente saldrían a la superficie en algunos períodos históricos diferentes y dejarían su huella en el exterior. Allí estaría una explicación para la aparición de los moáis de la Isla de Pascua, que algunos científicos ubican entre los siglos XII y XVII.

Si damos crédito a la opinión de Colin Rivas sobre la historicidad de la raza vasca, recordemos que en ese país el principal monte, Amboto, no sólo es importante por su altitud sino también por su valor cultural. La mitología vasca dice que es el asiento de la diosa Mari –lo que le brinda un valor casi sagrado- también llamada Amalur. Los habitantes de la región cercana a este monte siguen siendo muy respetuosos de las tradiciones ancestrales de esta raza y aseguran que en el interior de la montaña existe una serie de cuevas y pasadizos secretos que funcionarían como una especie de portal interdimensional, que comunicaría nuestra civilización con una de las tantas ciudades intraterrenas del planeta al que ellos llaman Lurrabertze. La montaña de Amboto está repleta de cavidades y cuevas, en las que muchos exploradores que osaron introducirse para investigarla –quizás alertados por la leyenda que dice que en su interior corren ríos de leche y oro líquido- jamás retornaron.

A muchos críticos les parece difícil que, por el período transcurrido, algún saber de esta civilización haya podido sobrevivir. No obstante, los seguidores de movimientos espirituales diversos afirman que no sólo ha sobrevivido el conocimiento, sino que es posible contactar con los descendientes de estos seres, quienes mantienen viva la llama del saber unificado. Y así como, cada tanto aparece en la superficie terrestre una huella de la existencia de esta civilización, cada tanto aparece una doctrina filosófico-religiosa que intenta “religar” este saber que sigue intacto a pesar de los tiempos.

Este saber unificado es lo que llamamos AUMBHANDAN, una compleja mezcla de filosofía, ciencia, arte y religión. Un camino de evolución personal que el Movimiento Umbandista surgido en Brasil en el mes de noviembre de 1908 intenta restaurar.

Hasta el momento hemos mencionado la raza lemuriana y muy someramente la atlante, también sabemos que cada planeta, estrella o satélite del cosmos ha tenido siete razas raíces diferentes antes de transformarse en roca inerte. ¿Y la Tierra en que vivimos? ¿Cuántas razas ya ha tenido? ¿Cuántas aún restan aparecer en su camino evolutivo? En próximos posteos entraremos de lleno en este tema valiéndonos de los aportes de la Antropología Gnóstica que dan validez a esta propuesta de la Umbanda Cósmica e Iniciática.

lunes, 26 de abril de 2010

El origen de la palabra "Umbanda"

Según varios estudiosos de la teología afrobrasileña, el origen de la palabra Umbanda estaría en el sustantivo femenino de segundo género (Banda) del dialecto bantú, que quiere decir lugar o ciudad. El vocablo “Umbanda” nacería entonces de una deformación verbal –producida ya en tierras brasileñas luego del ingreso de los bantúes a ese país- porque el sentido real de “Banda” es: todos venidos de diversos lugares.

De la fusión entre el dialecto bantú y el portugués hablado en Brasil, habría surgido el término “Umbanda” como la unión de dos palabras distintas; por un lado “Um” (uno en portugués) y por el otro “Banda”, lo que dentro del lenguaje actualmente utilizado en el país hermano, sugiere una reunión de personas diferentes, venidas de distintos sitios.

Pero otra versión, a nuestro juicio más confiable, afirma que a pesar de lo que algunos creen, el término Umbanda no fue traído de África por los esclavos ni se originó por una fusión entre vocablos portugueses y bantúes, sino que es una palabra sagrada de la lengua abanheenga, que era hablada por los integrantes del tronco Tupí. Esta es la postura sostenida por la Orden Iniciática del Crucero Divino (Ordem Iniciática do Cruzeiro Divino), un templo de alta iniciación de Umbanda, fundado en Brasil el 28 de julio de 1970 por el médium F. Rivas Neto (Mestre Arapiaga), un Maestro de Iniciación del 7mo. Grado.

El término Umbanda, considerado por muchos la “Palabra Perdida” de Agartha, habría sido revelado por integrantes de la Cofradía de los Espíritus Ancestrales, seres que ya no reencarnan más en la Tierra por haber completado su ciclo y alcanzado un alto grado de evolución. Pero estos espíritus han obtenido una licencia especial del Señor del Karma y, en una misión de amor destinada a cooperar con la evolución de nuestro planeta, vuelven a descender en los templos umbandistas para acercarnos la luz del conocimiento en nombre de Oxalá, utilizando los canales mediúmnicos de los iniciados, previamente consagrados y comprometidos en servir de vehículos para su manifestación.

Tres radicales componen el vocablo Umbanda (AUM – BHAN – DAN), los que pueden traducirse como “el conjunto de leyes divinas” ya que encierran en sí mismos los principios generadores del Universo y dan origen a los cuatro pilares del conocimiento: ciencia, filosofía, arte y religión.

Esta traducción está basada en el antiguo alfabeto Vatán, también llamado adámico (que fue revelado a Occidente a través del libro “El Arqueómetro” de Saint Yves, marqués de Alveydre publicado en 1903), que en definitiva es una forma limitada del Irdin, el lenguaje universal utilizado por los habitantes de las estrellas y los seres intraterrenos actuales, tal como lo describe el filósofo Trigueirinho Neto en sus obras. Recordemos que el marqués de Alveydre fue quien enumeró rigurosamente las medidas y versículos de la arquitectura bíblica del Arca de Noé, del Tabernáculo y de los Templos de Salomón y Ezequiel, que él identifica, a través del arqueómetro, una herramienta que propone tanto para la arquitectura como para la música, y que está basado en los antiguos conceptos platónicos de la armonía universal. En la actualidad, el arqueómetro es utilizado comúnmente por los sanadores que trabajan con los arquetipos.

Podemos representar gráficamente los tres radicales de la siguiente manera:



Aum: también puede encontrarse como Ohm en varios textos, significa “Divinidad Suprema” (onomatopéyicamente se pronuncia “om”) siendo la más sagrada de las sílabas del Hinduismo, simbolizando el Brahma infinito (Dios) y el universo entero. Esta sílaba es considerada el mantra primordial (pranava mantra), origen y principio de la mayoría de los mantras, palabras o sonidos divinos y poderosos, y en la tradición védica –donde apareció por primera vez- se acepta que es la única sílaba eterna, es decir, que contiene en sus entrañas el pasado, presente y futuro de la humanidad. Los Upanishads (libros sagrados del Hinduismo, escritos en sánscrito) dicen que absolutamente todo, lo que existe y lo que aún no, puede ser controlado con esta sílaba, ya que es la forma sonora del Atman (alma). Se cree que su eficacia psicoterapéutica es ilimitada, que produce efectos de liberación, perdón y sanación. Por eso es utilizada diariamente –desde siempre- en la meditación, en los ejercicios prácticos de yoga y en otras técnicas orientales de superación personal. Luego de la aparición del libro “El proyecto Atman” de Ken Wilber, la práctica de la meditación (tanto la concentrativa o Shamata, la fija o Vipassana, la de reposo o Trascendental y la del despertar de la conciencia o Zazen) basada en la repetición mántrica del sonido “om” llegó a América con mayor fuerza (ya se la conocía desde mucho tiempo atrás) y se transformó en un arte indispensable para los seguidores del movimiento transpersonal, un camino que unifica las psicologías de Oriente y Occidente.



Bhan: la etimología de esta palabra nos remite inicialmente a una acepción proto-indo-europea (bhan) que significa “camino”, que reaparece entre los eslavos con el significado de “señor, amo, soberano”, quizás emparentada con el término persa (ban) que significa “príncipe, jefe, gobernador”, o con el sánscrito, que querría decir “guarda, protege”. Otros creen que la palabra se origina en la Sarmatia (un pueblo al que Heródoto ubica en el S. V antes de Cristo) y que se usaba para denotar lo que bajaba o descendía del cielo (bajan), y tiene mucha similitud con la palabra (khan) turco-mongola. Como se puede notar, es un término que aparece en varias civilizaciones antiguas y que también continúa usándose en esta época. Los practicantes de yoga como los de yug-do saben que una bhanda (del sánscrito bhan, protección) es una cerradura que guarda o protege el cuerpo. Un conjunto o sistema de contracciones musculares que repercuten en todo el organismo humano, afectando los niveles orgánicos, energético y mental. Su acción influye directamente en los músculos, nervios, vasos sanguíneos, órganos, glándulas, nadis y chakras. Las bhandas dirigen el flujo de energía psíquica (prana) hacia los principales centros de energía que se relacionan con el despertar de la energía Kundalini. También en el lenguaje adámico significa “conjunto o sistema” y puede ser representado con el símbolo arriba diseñado.



Dan: también suele encontrarse en algunos textos como “dam” o “dham” y etimológicamente proviene de la raíz sánscrita (dhan o dhana) que significa “riqueza” o “el que crea riqueza”. Según otras significaciones –fundamentalmente la terminología que utilizan los juristas y hombres de leyes y la explica muy bien el Prof. Daniel Herrera, titular de la cátedra “Filosofía del Derecho” de la Pontificia Universidad Católica Argentina- es una reacción irracional que surge al utilizar la jurisprudencia de los sentimientos. Una manera de proceder inmediata, de actuar sin pensar, motivados por los afectos. En el lenguaje adámico también se interpreta como “regla o ley” y la expresión gráfica que mejor se le asemeja es la que ha sido diseñada más arriba.

Ahora bien, la unión de estos tres principios radicales o AUMBHANDAN significaría entonces, “el conjunto de las leyes divinas” y el símbolo que mejor representaría esta alianza es exactamente el mismo que identifica al Consejo Nacional de Umbanda de Brasil y que está siendo sometido a votación por dicho organismo para conformar el eje central de la “Bandera” que represente a nuestro movimiento religioso:



Es por ello que decimos que AUMBHANDAN es el conjunto de leyes divinas, o –en palabras del Mestre Arapiaga- la protosíntesis cósmica que encierra en sí los misterios que originaron el Universo: la Sabiduría y el Amor divinos. Esta energía llega al ser humano, lo inunda, lo trasciende y así da origen a los cuatro pilares del conocimiento (los cuatro cuadrantes, en términos de Wilber): ciencia, filosofía, arte y religión.

Es el patrimonio de los seres espirituales de altísima evolución a los que referíamos en el inicio de este capítulo, que son quienes gobiernan nuestro planeta. Pero también es patrimonio de todos los seres humanos, encarnados y desencarnados, sin distinción de ideologías o razas. Todos quienes habitamos alguna vez (o lo haremos) en la Tierra somos herederos directos de este Conocimiento-Uno. Conocimiento que en la antigüedad se otorgaba de manera directa y completa, pero que a lo largo de los siglos se fue fragmentando hasta llegar a nuestros días dividido en cuatro partes.

Y el proceso conocido en la actualidad como “despertar de la conciencia” no es otra cosa que la re-unión o re-ligare con este Saber Único. La necesidad de volver a adquirir el conocimiento cósmico que tiene el hombre de nuestros días, pero que para lograrlo tendrá que poseer algunos requisitos indispensables, que son preconizados por varias filosofías espiritualistas y varias doctrinas religiosas. Comprender el significado de este patrimonio no es tarea fácil para algunos, pero todos –sin excepción- algún día desandaremos esa senda y seremos capaces de integrar las filas del AUMBHANDAN y participar en la marcha evolutiva del planeta en que vivimos.

El proceso de ampliación de la conciencia, que nos conduce al “despertar” es lo que denominamos “iniciación” o proceso iniciático. En esta etapa, el aspirante –mediante ciertos ritos especiales- busca el inicio de las manantiales de nuestro Universo partiendo del conocimiento de sí mismo, de la integración con su Self y de la revelación mágica –que se produce en ese momento en su conciencia- del funcionamiento de las Leyes que rigen el macrocosmos.

Ya tenemos una somera idea de lo que significa la palabra Umbanda (abreviatura o ¿deformación? del término AUMBHANDAN). Entonces se nos hace obligatoria una nueva ilustración que nos permita comprender las diferencias existentes entre el axioma que describimos como AUMBHANDAN y la práctica que se realiza actualmente en los terreiros. Porque una cosa es AUMBHANDAN y otra el Movimiento Umbandista. Pero ése es un buen tema para tratar en un artículo próximo.

martes, 20 de abril de 2010

23 de Abril: es momento de recordar a Ogúm.


Ogunhé…
“Porque tu amor y yo somos Uno,
por siempre y para siempre”.

Plegaria hindú.


Un caballo galopa, más allá el viento arisco.
El tambor de la guerra corta el cielo al azar.
Y hay un ángel llorando su perdido destino,
dividir nuestra vida… aquí el bien, aquí el mal.

Noble audaz caballero del ensueño dormido,
estandarte quimérico, porte ecuestre feudal.
El campo de batalla es sahumerio encendido,
para vencer la lucha necesitas el trino
que es salvaje heroísmo ante el viento triunfal.

Ogunhé
[1]… ¡a la carga! Guerra y vicio mezclados,
el dolor de una herida que comienza a sangrar.
Para estar con tu raza, defender tus hermanos,
fue tu cómplice amigo ese mar solitario
que revive en las nubes del oscuro sertão.

Ogunhé… es otra lanza que se hunde en tu pecho.
Declinada tu espada sobre el suelo mortal.
Casi cierras tus ojos al preciso desvelo
y tal vez, cual mensaje que te llega del cielo
se oye un himno en la dulce armonía otoñal;
son los labios que encantan todo un cuerpo guerrero,
la promesa cumplida del amor duradero
en el pacto secreto que te une a Iansá
[2].

Hace falta en la vida tu puñal, tu herramienta,
el coraje ostentado que te hizo orisha.
Un corcel atraviesa las barreras de hielo
y conduce glorioso las milicias del cielo.
Ogunhé… ya no hay guerra. Es la paz de Oshalá
[3].

Autor: José Antonio Roma. Del poemario Con Dios adentro.

Referencias:


[1] Ogunhé: grito de guerra pronunciado por el orisha Ogúm, equivalente a la frase “a la carga…”.
[2] Iansá u Oyá: orisha guerrera, protagonizó junto a Ogúm la más hermosa historia de amor que se conozca en la religión yoruba.
[3] Oshalá: Dios vivo, emblema de la paz universal, sincretizado en Umbanda con la imagen de Jesús Misericordioso.

Abril de 2010: 118 años del nacimiento de Zélio de Moraes




Estimados amigos:

El 10 de Abril de 1892 (hace 118 años) nacía Zélio de Moraes en el distrito de Neves, municipio de São Gonçalo, en Río de Janeiro, y rememorando esta fecha nuestra Escuela de Umbanda del Mercosur los invita a sumarse al aula este mes de Abril.

Debemos seguir construyendo, entre todos, el camino que nos marcara Zélio Fernandino de Moraes. Debemos seguir aprendiendo. Umbanda es un camino de eterno estudio y no estamos errados en ello. Nos lo confirman a diario decenas de profesionales, amas de casa, obreros, practicantes y no practicantes, así como sacerdotes de nuestra religión que siguen siendo alumnos, porque siempre hay algo nuevo que saber. Por ello nuestros cursos están siempre actualizándose.
Pues bien, para aquellos que decidan inscribirse este mes de Abril tenemos un obsequio: junto con el envío del Primer Módulo recibirán un cd (formato digital, vía correo electrónico) de "Pontos Cantados de Umbanda".
Es nuestro obsequio para los nuevos alumnos. Sabemos que les será de enorme utilidad.

Esperamos sumarlos a nuestra familia educativa.

Saludos cordiales:


Pai Zé d'Exu
Director

martes, 2 de marzo de 2010

La primera religión afrobrasileña


Esta religión el año 2008 cumplió su primer siglo de vida y aún hoy los especialistas siguen discutiendo cuando tienen que darle el lugar que le corresponde en nuestro continente.

En los albores de la era de Acuario, avanza a pasos agigantados ganando diariamente miles de adeptos como de opositores. Entre estos últimos encontramos a los desertores del culto, a quienes nunca simpatizaron con las prácticas espiritistas y a quienes se aproximaron buscando alguna solución a un problema de salud que la ciencia no curaba y tampoco lo alcanzaron a través de estos rituales.

Como un pequeño homenaje a estos primeros cien años de vida religiosa dedicamos este capítulo entero –aunque somos concientes de que las limitaciones de espacio nos obligan a ser sintéticos- para analizar el fenómeno social que produce la sola mención de su nombre...


Umbanda maravillosa

“Reflejó la luz divina
En todo su esplendor,
Viene del reino de Oxalá
Donde hay paz y amor.

Luz que refleja en la tierra,
Luz que refleja en el mar,
Luz que vino de Aruanda
Para todo iluminar.

Umbanda es paz y amor,
Un mundo lleno de luz.
Es fuerza que nos da vida
Y a la grandeza nos conduce.

Avanti, hijos de fe,
Como nuestra ley no hay!
Llevando al mundo entero la bandera de Oxalá...
Llevando al mundo entero la bandera de Oxalá...”

Entonando estas estrofas que conforman el legendario Himno de Umbanda, las muchas agrupaciones espiritualistas de nuestro país y el continente que creen en el espiritismo religioso con raíces afrobrasileñas inician sus ceremonias a las que llaman sesiones.

Poco se sabe acerca de este himno, la mayoría de los religiosos lo conocen y lo cantan pero ignoran cómo se transformó en la canción oficial del movimiento. Pero gracias a la cooperación de Luis Bahri, Eder Longas Garcia, Fernando (del Terreiro Pai Maneco), Manoel Lopes, Ciganinha, Pedro Miranda y Mariazinha de Omulu, destacados investigadores umbandistas, sabemos que fue compuesto en letra y música en la década de 1960 por un ciego que, buscando la solución para su discapacidad visual buscó la ayuda del Caboclo de las Siete Encrucijadas, pero que no pudiendo conseguir cura porque el suyo era un problema kármico, quedó igualmente extasiado con la filosofía de vida umbandista y compuso el Himno para demostrar que podía ver el mundo y esta religión con los ojos del alma.

Sólo se conocen las iniciales de su autor: J. M. Alves, y queda en la memoria de algunos ancianos su paso por las ceremonias con muchísima humildad. Pero como infelizmente ya falleció, los estudiosos no encontraron otros registros que permitan conocer más datos sobre su vida y sobre otras posibles composiciones suyas.

J. M. Alves presentó su creación al Caboclo de las Siete Encrucijadas –en trance en el médium Zélio de Moraes- y se cuenta que el institutor de este culto quedó muy emocionado con el gesto y resolvió entonces que ésa sería la canción oficial. Y en el Segundo Congreso de Umbanda, realizado en 1961 bajo la presidencia de Enrique Landi se decidió adoptarlo en todo Brasil como Himno Oficial de Umbanda.

Luego de esta referencia histórica, diremos que después de entonar el himno, todos vestidos de blanco y con los pies descalzos, habiendo recibido un baño lustral realizado con hierbas curativas, se procede a sahumar el recinto donde va a desarrollarse el trabajo espiritual para el que los participantes –en ronda o en línea- entonen cánticos especiales saludando la presencia del humo sagrado que produce la purificación.

Luego corean salmos de alabanza o “llamada” a los seres del más allá que son sus benefactores e integran alguna de las siete falanges en las que están divididas cada una de las siete líneas que componen el ritual.

Poco a poco, una fuerza desconocida va apoderándose de algunos de ellos, de los llamados “médiums” (personas dotadas de una capacidad especial, capaces de servir como instrumentos para la comunicación con el más allá), contorsiona sus cuerpos, transforma sus rostros y comportamientos, emite sonidos particulares al tiempo en que es vitoreada por los demás participantes, los defensores de la liturgia quienes servirán de “cambonos” (intérpretes de las palabras que a partir de ahora serán pronunciadas por los médiums y que se atribuyen a algún espíritu; casi siempre en portugués o sino en un castellano aportuguesado) y organizan la sesión.

Los cambonos serán de aquí en más los responsables materiales de todo lo que ocurra en la reunión y el ser que encarnó en un médium tendrá a su cargo la responsabilidad espiritual.

Con una u otra variante, dependiendo de la casa religiosa que oficie el culto, la sesión se inicia de esta manera. Pero, ¿cómo y cuándo comenzó todo? ¿Cuál fue el origen de este ritual?

Para contestar esta pregunta tenemos que remontarnos a inicios del siglo XX, ubicarnos en Neves, un tranquilo barrio ubicado en el cuarto distrito de São Gonçalo, en el estado de Río de Janeiro, Brasil, y nombrar a un joven de apenas diecisiete años: Zélio.

Vida de Zélio.

Zélio Fernandino de Moraes nació el 10 de Abril de 1892, en el distrito de Neves, municipio de São Gonçalo, en Río de Janeiro.

Hijo de Joaquim Fernandino Costa, oficial de la Marina, y de Leonor de Moraes, ama de casa.


(la fotografía muestra un joven Zélio a través de un afiche político, aunque muy pocos lo saben, intentó alguna vez hacer política).

En 1908, a los 17 años, Zélio había concluido el curso propedéutico (enseñanza media) y se preparaba a ingresar en la Escuela Naval para seguir los pasos de su padre, por quien sentía una gran admiración. Fue entonces cuando cosas extrañas comenzaron a sucederle.

En algunos momentos Zélio era visto hablando de manera muy pausada, se encorvaba y asumía la típica postura de un viejo; usaba un dialecto extraño, una especie de regionalismo diferente al de su zona y en ese lenguaje decía cosas aparentemente sin conexión.

En otras ocasiones semejaba un felino jovial y desembarazado, parecía conocer todos los misterios de la naturaleza. Esto llamó poderosamente la atención de su familia que, preocupada por la situación mental del muchacho, lo llevó al consultorio de su tío, Epaminondas de Moraes, médico psiquiatra y director del Hospital de Vargem Grande.

Luego de tenerlo varios días en observación y no encontrando sus síntomas en ninguna literatura médica, el médico sugirió a la familia que lo encaminasen a un sacerdote para que le practiquen un exorcismo pues desconfiaba que su sobrino estaba endemoniado.

Entonces fue llevado a la presencia de otro pariente, un cura católico que ofició el exorcismo para liberarlo de la posible presencia de un demonio y sanarlo de los ataques que a esta altura parecían epilépticos. Pero Zélio no mejoraba. Se le practicaron dos exorcismos más, en los que su tío necesitó ser acompañado por otros sacerdotes católicos, pero no resolvieron la situación y las manifestaciones continuaban.

Con el paso de los días Zélio adquirió una parálisis parcial, que los médicos no conseguían entender.

Una mañana de noviembre de ese lejano 1908 se levantó de la cama completamente curado y poseído por una fuerza extraña que no podía dominar a pesar de estar conciente de todo lo que hacía y decía.

Su familia, buscando una explicación para este fenómeno, lo conduce a la Fundación Espiritual Niteroi y participan de una sesión espiritista –la primera en la vida de Zélio- el 15 de noviembre de 1908.

Un clima de mucho misterio y la necesidad de imponer un enorme respeto por todo lo que allí se hacía eran la antesala de lo que sería el inicio de Umbanda, en aquel centro espiritista ortodoxo y fiel a la doctrina de Allan Kardec.

Los concurrentes eran acomodados en bancos y los médiums, presididos por José de Souza , se sentaban a una mesa central por la que –uno a uno- también desfilaban los consultantes que intentaban la comunicación con algún familiar o amigo recientemente fallecido.

Zélio fue invitado a integrar la mesa una vez que le establecieron cuáles serían las normas del trabajo: nadie podría por ningún motivo –sin la autorización del dirigente- abandonar su lugar, para no romper la corriente mediúmnica.

Fue entonces que se manifestó esa misma fuerza extraña que curó a Zélio de la parálisis y lo puso de pie contrariando las reglas. Argumentó que en aquel recinto faltaba una flor, y salió de la sala para volver unos minutos más tarde con una rosa en sus manos, la que depositó en el centro de la mesa.

Al unísono comenzaron los médiums del lugar a incorporar espíritus que se manifestaron como esclavos africanos e indios caboclos, cosa que no le gustó a de Souza, quien los consideraba muy atrasados en su evolución espiritual.

Al advertir el desagrado del dirigente espiritista, la entidad que había encarnado en Zélio se presentó como un caboclo llamado “7 Encruzilhadas” y anunció que iniciaría un ritual en el que esos espíritus juzgados de poca evolución podrían desarrollar curaciones y comunicarse con las personas.

En 1975, en un reportaje aparecido en el número 7 de la revista “Selecciones de Umbanda”, el propio Zélio –rememorando esos días- comenta: “Yo mismo no sabía explicar lo que pasaba conmigo. Me sorprendía haber dialogado con aquellos señores de cabeza blanca, alrededor de una mesa, donde se practicaba un trabajo para mí desconocido. ¿Cómo podría a los diecisiete años iniciar un culto? Sin embargo, yo mismo hablaba, sin saber lo que decía y por qué lo decía. Era una sensación extraña, una fuerza superior que me impelía a hacer y decidir lo que ni siquiera pasaba por mi pensamiento”.

La primera sesión de Umbanda.



Lo cierto es que el Caboclo de las Siete Encrucijadas organizó el culto en la casa de la familia Moraes –que por entonces estaba ubicada en la calle Floriano Peixoto Nº 30 (fotografía superior)- entre parientes, vecinos, amigos y miles de espiritistas venidos de todos lados. ¿Convocados por quién? Si nadie los había invitado. ¿Nadie? Ellos decían haber recibido el mensaje de un caboclo que apareció en sus meditaciones y los citó en ese lugar y a esa hora puntualmente. Todos los relatos coincidían.

Entonces, a la hora convenida se manifestó el espíritu y dictó las bases del culto. Luego respondió en latín y alemán las preguntas de varios incrédulos que también se hicieron presente, y al finalizar la jornada realizó verdaderos milagros. Recuerdan los memoriosos que esa noche sanó varios enfermos, entre los que se encontraba un paralítico de nacimiento que volvió a su casa caminando.

Casi al finalizar la sesión, se manifestó el primer preto-velho de la cultura umbandista. Era el Pai Antonio, que venía a terminar el trabajo del caboclo.

Este anciano negro no quería sentarse junto a los presentes. En su lenguaje pausado y sencillo decía: "Negro no se sienta, no mi señor... negro se queda aquí mismo. Eso es cosa de señor blanco y negro debe respetar. No se deben preocupar, no. Negro se sienta en un tronco que es lugar de negro".

Interrogado por un asistente a la reunión, comenta que una de las pocas cosas que extrañaba de su última encarnación era "mi cachimba, negro, que es el pito que deje en el toco. Manda muleque a buscarlo".

Todos quedaron perplejos, estaban ante la solicitud del primer elemento ritualístico de Umbanda. También este preto velho fue la primera entidad en pedir un guía hecho con cuentas naturales, idéntico al que hasta hoy utiliza la Tienda Nuestra Señora de la Piedad y que, afectuosamente todos llaman "la Guía del Pai Antonio".

El templo espiritual fundado en esa ocasión se llamó “Tienda de Umbanda Nuestra Señora de la Piedad” (ver fotografía de una de las pocas sesiones de "Mesa Blanca Umbandista registradas, la fotografía data de 1950 en dicha tienda) y fue el primero de los siete pilares de la religión que iban abriéndose a medida que el culto ganaba espacio. Le siguieron las tiendas “del Señor del Bon fim”, “de Santa Bárbara”, “de Cosme y Damián”, “de Nuestra Señora de la Concepción”, “de San Sebastián”, “de San Jorge” y “de San Jerónimo” que comenzaron a abrirse en 1918 y estaban todas establecidas en 1935.



A partir de entonces el Caboclo de las Siete Encrucijadas trabajó incansablemente por la difusión de Umbanda. En 1913 comenzó a manifestarse el orishá Malé, quien tenía mucha experiencia en el "desarme" de trabajos de magia negra.

En 1939, el caboclo de las Siete Encrucijadas funda una federación (União Espírita de Umbanda do Brasil) y a partir de allí el movimiento fue imparable.

Infinidad de libros se escribieron sobre el tema, incluso se fundó el “Periódico de Umbanda”. Años más tarde se crea el C.O.N.D.U. (Consejo Nacional Deliberativo de Umbanda). Todos estos datos nos dan la pauta de lo bien organizada que está esta religión en Brasil.

Zélio no pudo seguir la carrera militar que tanto quería –tuvo que abocarse de lleno a su misión mediúmnica- y tampoco hizo de la vida religiosa una profesión. Trabajaba para dar de comer a su familia y sacaba de su bolsillo el dinero para mantener los templos que el Caboclo fundaba. Por si esto fuera poco, alimentaba a todas las personas que hospedó en su casa para los tratamientos espirituales. Transformó su residencia en un albergue. Y por orden de su caboclo jamás aceptó ayuda financiera de nadie.

Mientras Zélio vivía fueron fundadas más de diez mil tiendas de Umbanda. Todos querían participar del ritual establecido por el Caboclo de las Siete Encrucijadas porque era muy sencillo, estaba amenizado con cánticos armónicos, tanto ricos como pobres se uniformaban vestidos de blanco y no se necesitaba el sacrificio de animales.

Con el correr de los años, el Caboclo de las Siete Encrucijadas permitió el uso de tambores y palmas, pero no admitió sombreros, espadas, turbantes, vestimentas coloridas ni joyas. La Tienda Nuestra Señora de la Piedad, fiel a la tradición, sigue sin utilizar atabaques en sus rituales.

Zélio pasó cincuenta y cinco años al frente del primer templo de Umbanda y luego entregó la dirección de ese centro a sus hijas Zélia (ya desencarnada) y Zilméa Moraes da Cunha, quien con noventa y tres años continúa con la misión encomendada por su padre.



Y luego se retiró con su esposa Maria Izabel –médium del Caboclo Roxo- a trabajar en la Cabana de Pai Antônio, (ver fotografía superior, Zélio ya anciano incorporado con el Pai Antonio) que estaba en Boca do Mato, en el distrito de Cachoeiras de Macaçu, en Río de Janeiro. (Fotografía de más abajo). Allí –fiel a su estilo- estaba casi todo el día atendiendo pacientes.

Pero éstos eran especiales, porque tenían enfermedades psíquicas consideradas incurables por la medicina de la época. La inmensa mayoría de ellos eran médiums de altísimo desarrollo espiritual que, luego de ser atendidos por el Caboclo de las Siete Encrucijadas, ya no necesitaban retornar a las clínicas y se quedaban trabajando en la Cabaña.

Después de darle a Umbanda los mejores sesenta y seis años de su vida, Zélio nos dejó físicamente, sabiendo que su misión estaba cumplida. Pudo por fin conocer la Aruanda de la que tanto hablaba su guía espiritual, un lejano 3 de octubre de 1975, a los ochenta y tres años de vida.

domingo, 3 de enero de 2010

2010: Año de Iemanjá en Umbanda... Regencia de Pombagira Rainha en Kimbanda



Los primeros minutos del Año Nuevo nos trajeron sonidos de mar y cantos sirénicos... Una suave brisa fresca sopló desde la playa anunciando la nueva regencia espiritual: Iemanjá, la diosa del mar será la encargada de regir el nuevo año. Famosa por su generosidad y su nobleza, este año en nuestro país compartirá esta tarea con Oxum, la diosa de los ríos, la miel y la canela. En Cuba, en tanto, Yemayá gobernará pero el sub-regente será Chango (Xangô).

Los cánticos victoriosos que en la tradicional fiesta de Kimbanda resonaron la noche del 1 de Enero nos traían un nuevo augurio: a Iemanjá custodiará este año Pombagira Rainha das 7 Encruzilhadas, quien será la encargada de ejecutar las órdenes de la diosa marina.

Año de cambios políticos y sociales en todo el mundo, riesgos de golpes de estados que posibiliten la caída de varios gobiernos. Peligra la salud de una soberana europea. Las entidades del templo pidieron orar por la salud de los dirigentes religiosos. El viento y el fuego harán de las suyas... riesgos de incendios y huracanes sumados a la variación climática que produce el encuentro de las dos aguas. Debemos tener cuidado con la seguridad de nuestros hogares y de nuestros hijos. Pero también será un año de oportunidades repentinas, así, sin planificarlas las cosas sucederán de pronto y la posibilidad de aumentar nuestro patrimonio. Viajes, mudanzas, cambios de vida... Año para vivir a pleno el romance e ideal para la fecundidad y el reencuentro con viejos amigos, a quienes hace mucho tiempo no vemos. Los menos favorecidos tendrán una oportunidad este año, los más favorecidos deberán cuidar sus bienes celosamente. Iemánjá y sus colaboradoras en este año intentarán que el dinero sea mejor repartido entre todos, que exista una mayor justicia social y que muchos sueños postergados se concreten.